En la nueva sociedad en red la materia prima más valiosa es el conocimiento, y la inversión más estratégica es promocionar el talento. Por lo tanto, una inversión clave para mejorar nuestra competitividad y productividad es la educación. La educación es clave para generar nuevas oportunidades para las personas y para el país. La educación se convierte tanto en la política social, como en la política económica más importante (oportunidades de las personas).
Pero hay una política educativa adaptada a la nueva sociedad en red, que genera oportunidades y nuevos retos. Una de las consecuencias de esta etapa de transición, entre la sociedad industrial y la sociedad en red, es la convivencia de nativos digitales (nacidos antes de 1980) e inmigrantes digitales. Una nueva generación con una cierta pérdida de autoridad hacia los adultos, ya que es la primera generación en que todos los conocimientos no se adquieren de la anterior generación (ejemplo claro es el uso de las TIC). Esta diferencia entre generaciones que se da en el aula, y la nueva realidad, hacen necesario “resintonizar la educación”.
Hay que tener un plan dinámico. Las TIC evolucionan tan rápidamente que se deben tener los objetivos educativos claros y evolucionar continuamente. Y esta incertidumbre, como cualquier cambio, siempre produce que haya resistencias ante la nueva complejidad. Unos cambios que llevan a la sociedad del conocimiento, que se caracteriza por la innovación como motor de cambio. Un conocimiento que debe ser abierto para ser beneficioso. Los contenidos educativos deben transmitirse con licencias abiertas, para que todos puedan disfrutar de esta transmisión de conocimiento, que es a la vez, “producto final” de un cierto aprendizaje e inicio precursor de un nuevo paso adelante, y por tanto, motor de innovación.
Es necesario incorporar de forma atractiva e interactiva este proceso educativo, ya que Internet lo que hace es fomentar la sociabilidad creando una inteligencia colectiva de la que todos podemos aprender. Esta inteligencia colectiva nos protege y nos hace menos manipulables como individuos, porque en la red ya no estamos solos, sino que formamos parte de la inteligencia colectiva de la que hablábamos antes.
Hay cambiar la forma de enseñar unidireccional y de transmisión del conocimiento, por formas más colaborativas en red y de la cultura 2.0. Hay una nueva pedagogía que no sea de enunciación y transmisión, sino de participación. Esta es la visión nos permitirá implicar y motivar al alumnado más joven (nativos digitales).
A través de Internet se puede aprender de forma personalizada y personal, de acuerdo con nuestra idiosincrasia particular, durante toda la vida y, a la vez, en red. Todas estas habilidades hay que incorporarlas al sistema educativo, y así, no limitar la posibilidad de innovar.
Programas como el programa CAT 1X1, no significaban sólo repartir un portátil por alumno o pizarras digitales, sino el comienzo de la transformación de la educación en el aula. Además de que su ejecución, tenía como resultado que todos los hogares de estudiantes, independientemente del nivel de renta tuvieran, contasen con un ordenador, ahora sólo lo tendrán aquellos que se lo puedan permitir.
Hay que formar a los jóvenes con los formatos y las herramientas propias del siglo XXI, ya que tener habilidades y educación en red, es necesario para tener oportunidades laborales no en el futuro, sino hoy en día, y porque está generando una brecha de clase.
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