Ayer mantuve una conversación sobre la prostitución con un amigo. La historia se repite, ante una postura cómoda para la mayoría – que se legalice como un trabajo y que las prostitutas contribuyan econòmicamente – hace falta una respuesta mucho más compleja, intentando visibilizar una terrible realidad que incluye crimen organizado y explotación sexual con vulneración de derechos humanos básicos. Así pues, la opción no es legalizar la prostitución, por razones prácticas y éticas.
Razones éticas y prácticas contra la legalización de prostitución
Existen muchas razones prácticas y éticas para no legalizar la prostitución como un trabajo. Si tenemos en cuenta que el fenómeno de la prostitución y la trata y tráfico de mujeres, están absolutamente relacionados y no se pueden desligar. Supondría un incremento tanto de la prostitución como de la trata y perjudicaría la situación de las mujeres explotadas sexualmente, como ha sucedido en los países que han optado por la regulación.
No podemos regular la prostitución argumentado que beneficia a las mujeres en situación de prostitución voluntaria , ya que las políticas públicas deben priorizar la protección a los y las más débiles, que en este caso además son la mayoría como víctimas de explotación sexual.
Existen razones éticas, el gran negocio de la prostitución se sostiene en la explotación sexual de mujeres pobres de los países pobres para consumo de prostitución de los hombres en los países ricos. No tiene sentido desde una ética que promueve los derechos humanos universales, normalizar el consumo de prostitución a costa de las mujeres con menos recursos.
Existen razones de ética personal, por que mi pregunta a aquellos que argumentan que sea un trabajo más, ya que se trata de un trabajo digo, sería: ¿se trataría de un trabajo digno para su madre, su hermana o su hija cuando sea adulta?
La explotación sexual incompatible con la igualdad
Las mujeres en sociedades democráticas, no podemos seguir siendo consideradas, aunque sea en el subconsciente colectivo, como un complemento al objeto central de los derechos: el hombre. No estamos aquí para ser “sus mujeres”, ni “las madres se sus hijos” y menos aún “sus cuerpos objetos” para complacer sus deseos sexuales.
Quienes defendemos las igualdad, creemos que el estado debe garantizar que las mujeres somos ciudadanas de primera, sujetos de derecho propio, con derecho a una vida propia en libertad e igualdad, mujeres autónomas. Mujeres que desde nuestra autonomía y libertad podemos decidir compartir parte de nuestra vida con un hombre, que podemos ser madres si así lo decidimos, y que tenemos derecho a la vida sexual plena que nosotras decidamos.
Podemos decidir ser amigas, compañeras, amantes , esposas por poco o mucho tiempo de los hombres que elijamos y nos elijan , siempre con una relación de igual a igual.
De la tolerancia social al rechazo de la prostitución
La tolerancia social que aún existe con la prostitución proviene de un estado de derecho basado en los correctament denominados “derechos del hombre” fruto de la revolución francesa, en la que las mujeres no teníamos ni derecho al voto. Hemos ido avanzando en igualdad, pero sigue pendiente tener como objetivo colectivo erradicar la explotación sexual.
Cada uno o una de nosotras debemos pasar de tolerar la prostitución a rechazar el consumo de prostitución porque consumir prostitución contribuye a la explotación sexual de mujeres y niñas. Pero el cambio fundamental pasa por los hombres. Existe un gran negocio de la prostitución porque hay consumo.
En el día contra la explotación sexual, hacemos una llamada a esos hombres que nos rodean, nuestros amigos, compañeros de proyecto político, cómplices en el trabajo, amantes o compañeros sentimentales a que digan “Los hombres de verdad no compran mujeres”. Este era el lema de la campaña que la JSC protagonizó el pasado mes de marzo durante el Mobile World Congress en Barcelona, para denunciar el fomento que se estaba haciendo de prostitución esa semana. Muchos hombres se fotografiaron con esta frase “Real Men Don’t Buy Girls “Los hombres de verdad no compran mujeres”. Ahora, es el momento de volverlo a hacer.
Disminuir la explotación sexual requiere de una clara respuesta social e institucional, así, los gobiernos deben tener en su agenda combatir la prostitución y erradicar la explotación sexual porque, una sociedad avanzada y digna no puede asumir que parte de las mujeres sean esclavizadas.
Artículo publicado en el diario.es