Publicado en El Periódico ( 24/12/2019). Perfil de víctima de la violencia machista: todas las mujeres
Conseguir una sociedad libre de violencia contra las mujeres implica un cambio de fondo en los valores que requiere de diagnosis ajustadas, y datos para poder aplicar las recetas adecuadas
“Las mujeres con un máster o un doctorado son las que más tardan en denunciar la violencia de género” es el titular de un periódico respecto a un reciente estudio. De nuevo, se concluye que no existe un perfil definido de mujeres víctimas de la violencia machista.
El estudio sobre el tiempo que tardan las mujeres víctimas en verbalizar la situación, concluye que son las que tienen estudios universitarios de tercer ciclo las que, de media, tardan más tiempo (12 años y tres meses). Este dato choca con la imagen que socialmente se puede tener respecto de las mujeres que sufren violencia o con los mecanismos que atrapan a las mujeres en el ciclo de la violencia. Una joven universitaria participante en el estudio afirmó: “Nadie se lo creía. Ni siquiera yo”. Sin duda, tenemos estereotipos incluso sobre las víctimas, erróneos, pero existen. La violencia machista afecta a todas las mujeres, mujeres de todas las clases sociales, orígenes y en todos los lugares.
En este sentido, la ley integral define la violencia de género “como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre estas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”. Recoge precisamente esta universalidad: la violencia afecta a todas las mujeres, porque su único origen es la discriminación social; por tanto, por el hecho de ser mujeres, porque la sociedad atribuye una relación de poder de los hombres sobre las mujeres (teoría de género o roles sociales asociados a cada sexo). Aunque sigue pendiente la modificación de la ley que incorpore todas las formas de violencia contra las mujeres (sexual, mutilación genital femenina, matrimonio forzado…) tal como obliga el Convenio de Estambul. El reconocimiento específico de la violencia y asesinato de mujeres por razón de género y su abordaje integral convirtió esta ley en un modelo en todo el mundomodelo .
Cambio de valores
El gran avance para los derechos de las mujeres que significó esta ley fue el reconocimiento de la violencia específica que afecta a las mujeres. Cualquier retorno a un ‘cajón de sastre’, sea con la violencia infantil, familiar o transexual, supone volver a la opacidad, a la invisibilidad del fenómeno específico. Hoy sabemos que más de 1.000 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas porque se reconoció esta violencia específica y se creó el observatorio concreto que empezó a contabilizar estos delitos.
Una sociedad compartida y en igualdad es la garantía de una sociedad libre de violencia contra las mujeres
Es necesario profundizar en las acciones públicas en marcha hace solo unas pocas décadas, frente a siglos de opresión, para conseguir que hombres y mujeres compartamos como iguales todos los ámbitos de la sociedad. Ya que una sociedad compartida y en igualdad es la garantía de una sociedad libre de violencia contra las mujeres. Es fundamental la recopilación sistemática de datos sobre violencia contra las mujeres y continuar exigiendo que en todos los ámbitos se recojan datos desagregados por ‘sexo’ para poder abordar la violencia machista y su origen: la discriminación de las mujeres.
Conseguir una sociedad libre de violencia contra las mujeres implica un cambio de fondo en los valores de la sociedad que requiere de diagnosis ajustadas, y datos para poder aplicar las recetas adecuadas. Esto es así porque la violencia machista se ejerce contra las mujeres por el papel que la sociedad les atribuye. De ahí la denominación ‘género’, o el hecho de que no haya un ‘perfil de mujer’ susceptible de sufrir violencia machista -son todas las mujeres- y la importancia del abordaje específico.
Es necesario profundizar en las acciones públicas en marcha desde hace solo unas pocas décadas, frente a siglos de opresión, para conseguir que hombres y mujeres compartamos como iguales todos los ámbitos de la sociedad. Ya que una sociedad compartida y en igualdad es la garantía de una sociedad libre de violencia contra las mujeres.