Publicado en El Periódico (14/08/19). Paridad en el sector digital, lejos del poder
Incrementar la presencia de mujeres en profesiones del ámbito digital debe ser una de las prioridades para avanzar en igualdad real de las mujeres en nuestra sociedad. Supone oportunidades de empleo, menos brecha salarial y participar de un sector estratégico. Sin embargo, la presencia de mujeres sigue siendo bajísima, y debemos preguntarnos si es causa o efecto del mayor poder de este ámbito Ser una profesional especializada en el ámbito digital supone una oportunidad laboral. Es un sector con demanda creciente de personas. En Barcelona, la brecha de la oferta de empleo digital crece. El último año la demanda ha crecido un 40% y las personas especialistas solo un 7,6%.
Las mujeres que trabajan en el ámbito digital tienen probabilidad de tener mejores condiciones laborales. Por ejemplo, la brecha salarial entre hombres y mujeres es sensiblemente menor que en otras sectores, 10% frente al 22% del conjunto de mujeres en la ciudad de Barcelona. Estan son razones objetivas para promover de forma mucho más activa que las chicas opten por estudios STEM –acrónimo de los términos en inglés Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas–, como una palanca de oportunidades para ellas. Sin embargo, las matrículas de mujeres en ingenierías, tecnológicas y/o en formación profesional, se mantienen bajísimas. Persisten porcentajes ridículos de tan solo un 12% de mujeres en la matrícula de grados de informática en el conjunto de España.
Las creencias ganan a la razón. En este caso, los estereotipos sociales de género implícitos en la sociedad, que son los que provocan una de las desigualdades del ámbito laboral: la segregación horizontal, la concentración de mujeres en sectores de servicios vinculados a cuidados y de los hombres en industria y tecnología. Las creencias hacen que se siga pensando que las mujeres pueden ser mejores enfermeras que ingenieras por el hecho de ser mujeres, obviando que cada persona tiene unas aptitudes y capacidades personales. Otro ejemplo de cómo los estereotipos son determinantes fue cuando en el año 1991 se modificaron los planes de estudios de las universidades, la Facultad de Informática de Barcelona prácticamente no modificó su plan de estudios pero si la denominación de su titulación. Pasó de licenciatura en Informática a Ingeniería en Informática, ese hecho hizo caer la matriculación de mujeres en picado.
La segregación horizontal provoca la concentración de mujeres en sectores de servicios vinculados a los ciudadanos
Son las creencias y provocan barreras. Los estereotipos hacen que solo el 1% de los padres y madres deseen que sus hijas sean ingenieras. Aún hay más, solo el 5% del capital de riesgo va a mujeres fundadoras de ‘start-ups’.
En este sentido, el análisis de las brechas digitales de género debe ir mucho más allá del acceso a Internet, y profundizar en sus usos avanzados -la denominada segunda brecha-, y, por supuesto, en la presencia de mujeres como creadoras y programadoras de tecnologías digitales, en la participación de las mujeres en la construcción de las tecnologías y en los algoritmos que marcan tendencias en la sociedad.
Lo sectores que adquieren poder se masculinizan y aquellos que se feminizan bajan los salarios y la influencia social. Claros ejemplos son la educación o la medicina que se han feminizado. El ámbito digital ha realizado el camino contrario, ha ido adquiriendo poder e influencia social. De considerarse sector de creación de instrumentos, influir en toda la sociedad, a actualmente protagonizar la geopolítica mundial: el pulso entre EEUU y China por el 5G y la guerra tecnológica. Pues bien las matrículas en grados de informática ha caído de forma sostenida del 30% (1986) al actual 12%.
La participación de las mujeres en la programación de los algoritmos de inteligencia artificial es relevante por el impacto en la vida de las personas -clasificar información, proponer tratamientos médicos o concesión de un crédito-. “Los algoritmos son opiniones que se convierten en código” asegura Cathy O’Neil, doctora en Matemáticas en Harvard. Recientemente se han demostrado los sesgos sexistas de algunos algoritmos.