Publicado en El Periódico (07/10/18). Feminismos en plural: carnets de ”buenas feministas”, no gracias
No debemos dedicarnos a repartir carnets de buenas feministas, todas las mujeres que quieran igualdad están invitadas
El feminismo ha ampliado fronteras en los últimos meses. A nivel global #Metoo y a nivel local el #8marzo han sumado a muchas personas. Pero, aunque puntuales, ha habido algunas reacciones feministas que critican la falta de coherencia de las nuevas adhesiones, por ejemplo quienes han puesto en duda que Ana Botín pueda ser feminista, Ana Botín tras la publicación de su artículo ‘Por qué me considero feminista y tú también deberías’.
Aunque me siento mucho más cercana a las mujeres que durante tantos años hemos defendido, muy en minoría, los derechos de las mujeres, no puedo compartir algunas respuestas de rechazo a mujeres que se suman al feminismo. Durante muchos 8 de marzo nos hemos manifestado muy pocas, por eso estoy encantada de sentirme tan acompañada. Estoy entre las feministas que siempre hemos intentado ampliar espacios, sumar a cualquier mujer u hombre que quiera contribuir a la igualdad.
No puedo compartir ni la reflexión conceptual, ni esa opción estratégica de un feminismo sin las puertas abiertas. No debemos dedicarnos a repartir carnets de buenas feministas.
Ser feminista y de izquierdas no es equivalente. Cierto es, que una persona de izquierdas, debería ser feminista, en coherencia. Pero, sin embargo, puedes ser feminista sin estar adscrita a la izquierda. En las escuelas de feminismo socialista aprendí cómo logramos grandes avances de la suma de un feminismo más moderado-conservador (sufragismo) y del de izquierdas (feminismo socialista, feminismo radical) a principios del siglo XX. En cambio, no siempre líderes de izquierdas han apoyado la emancipación de las mujeres, aunque los avances en las políticas públicas son fundamentalmente obra de la socialdemocracia Europea.
Ser feminista y de izquierdas no es equivalente. Las mujeres de cualquier posición social sufren discriminación de género
Además aprendí que las mujeres de cualquier posición social sufren “opresión” -discriminación de género- , por el simple hecho de ser mujeres. Las mujeres con menos recursos además sufren la “explotación” de clase. Un ejemplo claro es que la violencia de género es transversal socialmente, y qué decir de la brecha salarial de las directivas (17%).
Quienes hemos defendido la paridad en las institucione compartimos un tramo del discurso con mujeres que promueven a las mujeres en el ámbito empresarial, se trata de superar el techo de cristal. Tener mujeres referentes en espacios de poder ayuda a incrementar la autoridad y el valor social de las mujeres. Por ejemplo, que Margaret Thatcher o Angela Merkel fueran mandatarias significa un avance, “si una avanza, avanzamos todas”. Aunque el impacto directo para las mujeres es mayor si se trata de mujeres comprometidas como Hillary Clinton, Michelle Bachelet o María Teresa Fernández de la Vega.
El hecho que Ana Botín publicara ‘Por qué me considero feminista y tú también deberías’ es estimable para la causa feminista. Lo más relevante, además, es la descripción de su propia evolución. Explica cómo se había sentido más cómoda con el “feminismo autosuficiente” de Sandberg, y ha pasado a considerar necesario “cambiar los cimientos de la sociedad; y hacerlo de forma colectiva”. No se trata solo de una lucha individual de cada mujer, los obstáculos son sociales y se deben combatir socialmente, es parte del carácter esencial de los valores del feminismo.
Feminismos, en plural. Debemos apostar por ampliar los feminismos, sumando a mujeres diversas, con pluralidad de orígenes y posiciones que se declaran feministas y quieran contribuir a la igualdad. Del mismo modo que el feminismo nos enseñó que debemos hablar de “las mujeres” en plural y no de “la mujer”, para no caer en el mismo estereotipo social de un modelo de mujer al que se le atribuye unos roles sociales -origen de la desigualdad-, todas las mujeres en plural deben estar permanentemente invitadas a formar parte. Solo con más mujeres, y hombres, que incorporen las ‘gafas lilas’ a su vida, avanzaremos más rápido, aunque no tengan nuestro nivel de activismo.
Me reconozco pactista y pragmática. Porque sin pactos, ni ha habido ni habrá avances significativos que se consoliden socialmente, ni en derechos de las mujeres, ni en cualquier otra transformación social.